Hace un rato entré al trastero de la casa. Ya sabes Gatuso que es una habitación abarrotada de objetos saturados de polvo,
inservibles contenedores de recuerdos, cosas de las que no me atrevo a
desprenderme por miedo a perder su recuerdo de la memoria de mi corazón. Objetos
que me despiertan sensaciones, olores, pasiones, colores; partes de lo que fue mi
presente en el pasado; resucitan personas queridas y vuelvo a jugar con mis
amigos de la infancia y me doy cuenta que el futuro no es otra cosa que
revivir.
Tú,
Gatuso, no tienes mucha memoria, la justa para tu superviviencia, es decir, que
recuerdas dónde está el tazón con tu comida y poco más, porque mira que he
intentado que no medites en el sillón de la salita que si viene alguna visita
me avergüenza que lo vea lleno de pelos de gato. Es una batalla perdida contigo.
¡Ya no sé que hacer!
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