Bueno, más que odiarte a ti odio todo lo que te representa;
odio tu olor; odio tu sonrisa; odio que seas feliz con otra persona; desde lo
más profundo de mi ser, con todas mis fuerzas, te odio.
(Ocho personas contemplan ensimismadas las luces de Navidad encendidas que cuelgan de un lado al otro de la calle.) - ¡Mira Pepe, las amarillas son las que más brillan! - Las que ponían en mi pueblo si que brillaban.
El hombre, joven, alto y con el pelo rizado andaba con
tranquilidad.
Entró en la casa, se quitó la gabardina y sus alas emplumadas se
abrieron durante unos segundos todo lo que les era posible abrirse, para desentumecerse y adoptar una postura más natural.